19 de agosto de 2015

La muy puta.

Las ocho putas o puntas de mi oxidado corazón piden a gritos un reclamo, reclamo del que siente pero sobre todo padece.
Corazón que padece de limerencia, de insomnio crónico y de sorpresas que lo único que hacen es llenarle más de cerveza y vaciarle de más.
Que se siente en una nube cuando le sonríe, cuando sabe que las cosas van mejor pero de repente aparece una luz que le ciega y en ese instante en el que consigue de nuevo abrir los ojos, aparece un coche cien mil kilómetros por hora, sin ni siquiera darle una milésima de segundo para esquivarlo.
Esto es una metáfora convertida en persona, de esas que no te enseñan nada nuevo pero que si te hacen pensar que cuando menos lo esperas aparece la muy puta de la vida, sin tener dos dedos de frente dándote la mayor hostia de tu vida. Sin ni siquiera importarle a quien atropelle en ese momento, sin merecerlo.

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