26 de diciembre de 2015

Ya no sé si reír, llorar, sentir o olvidar el pasado que aún sigue presente.
Con el dolor de siempre, el interno que tanto se mete hasta las entrañas.
Las noches se hacen largas y los días imposibles. A estas alturas puedo decir que viví el dolor de una vida de cincuenta años, día tras día durante meses sin mirar por mi misma la luz del sol. Para mi los días son grises y las horas son torrenciales interminables por los que espero que algún día consigan acabar. Ahí fuera todos sonríen pero aquí dentro sólo existe la tristeza. Me he olvidado hasta de sonreír, de vivir e incluso de sentir el minuto a minuto de esta vida, de disfrutar lo indisfrutable. Y como me gustaría despreocuparme de los problemas.
De esas veces en las que necesitas abrazos de los grandes, felicidad de la sincera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario